Stephen Abram, con la soltura y simpatía que suele desplegar, reflexiona en este artículo («What do I wish my old self knew then to be future ready?«) sobre diez elementos que nos pueden ayudar a los bibliotecarios a estar preparados para el futuro. En un post de la SLA del 2011, varios expertos reflexionan sobre el concepto denominado “future ready”: hay que estar listos para afrontar el futuro y eso supone ser parte activa en el diseño del porvenir. No podemos esperar sentados a que otros tomen las decisiones y convertirnos, simplemente, en los maestros de la adaptación. Las lecciones que nadie nos enseña en la escuela de biblioteconomía y que Abram hubiera querido recibir siguen siendo relevantes hoy en día para el grupo Durga; empeñado en practicarle tocamientos al futuro de cara a 2029.

Stephen Abram dispuesto a sudar la camiseta como bibliotecario
(en este caso, en apoyo de la sorprendente iniciativa Shanachietour)
Autor de la foto: Shanachietour. Licencia Creative Commons: BY-NC-ND
1.- ¡Manos a la obra!
No te dejes absorber por el estudio y la exhaustividad antes de lanzarte a la piscina; es verdad que los bibliotecarios sabemos buscar la información adecuada y preparar informes relevantes, pero si tú o tu equipo os pasáis demasiado tiempo investigando es que no tenéis agallas para salir de la zona de confort y poneros mano a la obra. Los retrasos son tan malos como una actuación mediocre. Es buena idea empezar con programas piloto y después repetir lo que haya salido bien en el camino al futuro.
2.- ¡Saca los pies del tiesto!
Tus usuarios no son expertos en búsquedas, así que tienes que interpretar y entender sus necesidades; tenemos que salir del entorno habitual en el que nos movemos y reflexionar sobre si nuestras certezas son adecuadas para los nuevos e hiperconectados usuarios y los bibliotecarios más jóvenes. Al diseñar servicios para grupos específicos, hay que dar prioridad a sus necesidades y competencias por encima de las nuestras. Ser conscientes de que no tenemos que diseñar servicios para bibliotecarios.
3.- Nadie se baña dos veces en el mismo río
Se refiere a la dificultad de saber percibir a primera vista el potencial o la debilidad de las nuevas herramientas que aparecen en el mercado. Nos recuerda que los primeros buscadores de internet, como Altavista, eran minusvalorados por los profesionales… “no, ese no puede ser el futuro de las búsquedas, sin campos, sin operadores booleanos…” Y entonces surgió el ranking por relevancia basada en un algoritmo interno del buscador, sí, al principio también despertó recelos. Ahora se oyen las misma críticas a Blekko y no estoy tan seguro de cómo juzgarlo. Hay que estar abiertos al discurrir de las aguas; el río no se detiene y en ello reside su fuerza: el río siempre acaba ganando la batalla contra la roca.
4.- Sueña a lo grande
¿Qué forma le vas a dar al futuro? Lo importante es estar preparado para modelarlo a tu gusto. Estar listo para afrontar lo que venga no es suficiente. Sé ambicioso al diseñar el sueño estratégico que vaya a guiar tus pasos; confía en tus ideas y en tu energía para llevar a cabo los cambios necesarios. A lo largo de mi vida profesional he percibido la importancia de que los directivos tengan una “visión” de futuro que lleve a la organización a conseguir grandes cosas; donde falta esa visión reina la mediocridad. Aquellos que carecen de un sueño estratégico están condenados a repetir constantemente el presente. Esperemos que les guste lo que hay 😉
5.- Las tres preguntas «mágicas”
a) ¿Qué es lo que te quita el sueño?
b) Si pudieras solucionar un solo problema en tu trabajo, ¿cuál elegirías?
c) Si te permitieran cambiar una sola cosa, ¿cuál sería?
Con el tiempo me he dado cuenta de que estas preguntas son verdaderamente mágicas: sirven para entablar conversaciones en lugar de respuestas, porque son preguntas abiertas. Y valen para cualquier tipo de entorno, desde niños de colegio hasta ministros y gurús. Nos ayudan a conocer tanto las necesidades de los usuarios, como los objetivos y los anhelos personales. Si conseguimos llegar a conocer las respuestas a esas preguntas, ¡nuestras bibliotecas serán imparables!
6.- Asume la crítica como un auténtico regalo
Conviene tomarse la crítica negativa como el típico regalo de boda espantoso, puedes hacer con él lo que te venga en gana: guardarlo, lucirlo, devolverlo o hasta esconderlo en el armario. Lo importante es no perder de vista el conjunto y encuadrar las críticas negativas en un contexto más amplio. Nunca permitas que un solo comentario te desanime o te agüe la perspectiva general; sobre todo porque, si de verdad te enfrentas a un problema serio, las críticas negativas pueden suponer una distracción en el proceso de solucionarlo. No lo olvides: tú mandas. Eres tú el que decide cómo manejar las críticas tanto en el trabajo como en tu vida personal.
7.- Aprende a usar la puntilla
Cualquiera puede concebir un montón de ideas que merezcan la pena, pero es imposible que la organización sea capaz de tomarlas todas en cuenta. Y ahí viene lo más difícil: cuando tienes cien ideas sobre un tema crítico lo que duele no es elegir las cinco mejores, sino descartar las otras 95. Hay que aprender a usar la puntilla, aunque sea de forma temporal. Puedes atesorar todas tus buenas ideas en un cofre para ir sacándolas a la luz durante el proceso de planificación estratégica, según se vayan rematando otros proyectos. Saber sacrificar tus propias ideas es la clave para establecer prioridades y no derrochar tiempo y esfuerzo en demasiadas cosas, hay que concentrarse en aquello que es bueno para los usuarios y para la institución a la que perteneces; quien mucho abarca, poco aprieta y está abocado a la mediocridad.
8.- Abraza la incertidumbre
Muchas veces hay proyectos a 18 ó 36 meses que revelan una considerable ingenuidad al no prever ningún cambio tecnológico. Tenemos perspectiva suficiente para darnos cuenta de que las cosas han ido cambiando muy rápidamente: del DOS pasamos al Windows, del disquete al CD-ROM; hemos visto la sucesión de navegadores y cómo la red telefónica conmutada devino en banda ancha, etc. No podemos albergar certezas sobre el futuro, pero tampoco podemos contar con una estabilidad absoluta. Asumir la incertidumbre es fundamental para la gestión del cambio y para la innovación. La estabilidad es una quimera, lo único verdaderamente estable son los fósiles 😉
9.- Sigue metiendo la pata
Los procesos de aprendizaje y de reestructuración conllevan fallos, pero de los errores y equivocaciones se puede aprender; es más, si no metes la pata es que estás haciendo algo mal. Para cambiar las cosas a mejor, tienes que convertirte en “agente de cambio” y eso implica estar a gusto cometiendo errores, solucionándolos, y aprendiendo en el camino.
10.- Y pásalo bien
Demasiadas veces nos pasamos de serios. Por supuesto que nuestro trabajo es importante y que tiene una repercusión social indudable, pero no debemos perder de vista que probar cosas nuevas y ser innovador es divertido. Interioriza esto y vive a tope: aprende a celebrar los éxitos de tu equipo y el trabajo bien hecho; destaca los logros de la biblioteca y recompensa a los colegas que lo hacen bien. Levanta la vista y otea el conjunto; sí, la vida es bella 😉
Rebeca Machin
30 de septiembre de 2013
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