Después de leer, digerir y comentar una serie de opiniones críticas con la visión idílica de la red enmarcadas entre el ciberrealismo y el ciberapocalipsis, la visión positiva de los franceses Gomart y Lamothe se percibe como un soplo de aire primaveral en la cara. Su punto de vista nos conduce a través de un paisaje cuasidesolador, en blanco y negro, hasta auparnos y dejarnos ver un panorama en technicolor, optimista y transformador. Un ejercicio que nos recuerda a primera versión de la película del Mago de Oz. Lean, disfruten y comenten sobre las visiones opuestas que pueblan la red, sobre la propia red.
Internet : les empires contre-attaquent.
Por Thomas Gomart, director de desarrollo estratégico del Instituto Francés de relaciones internacionales (IFri) y Patrice Lamothe, PDG (Profesional Development Group) y cofundador de Pearltrees.
Después de una fulgurante propagación la utopía de internet parece estancada.
Los ataques contra la neutralidad de la red expuestos en Dubai [World Conference on International Telecommunications], junto con las fuerzas combinadas de los estados y de las industrias tradicionales, intentan poner coto a un movimiento cuyos logros se vuelven cada vez más vacilantes. Las maniobras actuales revelan una gran tensión entre la utopía planetaria, portadora de una visión sin equivalente en la historia, y un campo de intereses complejos que de ahora en adelante está al servicio de las potencias poderosas.
A primera vista, la utopía de internet ha sufrido duros reveses a lo largo del año transcurrido [2012], principalmente a manos de algunos estados que no comparten la misma concepción acerca de la red de redes. El gobierno de la red con múltiples actores, garantía de su existencia, está siendo desafiado por Pekín y Moscú. De un modo diferente, estas dos capitales han buscado reemplazar las preguntas vinculadas con el gobierno de internet dentro del marco interestatal a través de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. La reciente cumbre de Dubái se puede interpretar como un intento más de establecer un control político de la red, un tema recurrente. En función de sus ambiciones internacionales China, Rusia y también Brasil, la India y Turquía intentan influir directamente en el gobierno de internet.
Pero la tentación de dominar internet concierne también a los regímenes occidentales. Toda una panoplia de poderes soberanos se ha puesto manos a la obra para incluir internet dentro de los marcos de acción tradicional. Julian Assange y WikiLeaks, Kim Dotcom y MegaUpload, han aprendido que no se puede jugar de manera impune con la razón de Estado y con las leyes sobre el copyright. Tanto en Estados Unidos como en Europa los numerosos medios jurídicos y técnicos se comprometen en lo sucesivo a mantener los derechos de autor y a luchar contra el intercambio ilegal. En Francia ya hay proyectos específicos dedicados al control de las actividades digitales.
Los Estados no son los únicos que consideran internet como un recurso que se debe controlar y explorar. Los recientes atentados contra la neutralidad de la red, los intereses comunes de los lobbys para socavarla y la “voracidad” de los operadores de telecomunicaciones y los proveedores de infraestructuras acaban poniendo internet en entredicho. Los mismos gigantes de las nuevas tecnologías, después del éxito del modelo propietario de Apple, diseñan zonas comunes, webs diferentes, en las que los propietarios establecen cuáles son las normas que deben aplicarse. Al realizar una división tanto de las normas como de los usuarios entre diferentes “universos”: Apple, Android, Microsoft, se produce una evolución que debilita directa o indirectamente internet en su conjunto, incluso tal vez más de lo que la propia acción del estado podría abarcar.
Todos estos elementos producen una impresión de vuelta al viejo orden que, en consecuencia, debería conducir al fin de internet. La fatiga de las redes sociales y la muerte de internet ya han sido ampliamente discutidas; mientras tanto, la ralentización de la innovación sigue campando a sus anchas en Silicon Valley.
Sin embargo, nosotros creemos que considerar que la utopía de internet ha llegado a su fin supone no comprender su verdadera naturaleza. Más allá de los sistemas de control y de la tecnología disponible, la red ha producido una transformación mayúscula tanto en el pensamiento como en la manera de interactuar. En el momento en que los estados tratan de imponer una red con una estructura jerárquica son los propios ciudadanos los que tratan de escapar de esta jerarquía y cuestionan esas políticas. Mientras las industrias culturales intentan restringir el acceso y la difusión son sus propios grupos de interés los que descubren que las redes sociales son el principal vehículo para la difusión de sus ideologías.
Con internet, dos mil millones de personas aprendieron que no sólo podían acceder directamente a la información sino que ellos mismos podían producir información, establecer prioridades y difundirla según sus intereses. Compartir contenido es ahora algo natural, los debates online son algo aceptado y la multiplicidad de puntos de vista es una experiencia cotidiana. A la luz de esta transformación radical de las costumbres y las prácticas, las decisiones políticas, legales o técnicas no son otra cosa que adaptaciones coyunturales. Como la demografía, la utopía de internet es una «fuerza profunda» que transforma las sociedades desde dentro, independientemente de las opciones políticas del momento, de las personas y de los intereses.
Las próximas oleadas de la utopía aparecen ya en el horizonte. Pronto se extenderán hacia diferentes ámbitos como son la organización del conocimiento, los modelos educativos, la gestión de datos y de procesos y la toma de decisiones. Las actuaciones serán menos visibles pero más radicales que aquellas que las han precedido. Los intentos de recuperar el control de internet por parte de diferentes actores no debe ocultar lo esencial: la transformación de nuestras sociedades acaba de empezar.
Paru dans Libération du 4 janvier 2013
Posted on 3 de junio de 2013 por Pilar Navarro
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