Recientemente hemos leído un artículo de Carly B. Boxer, asistente de investigación en la DPLA (Biblioteca Pública Digital de EE-UU. ), sobre BiblioTech, la biblioteca sin libros que planean abrir en el condado de Bexar (Tejas).
Durante las últimas dos semanas, la primera biblioteca pública sin libros de EE.UU. ha suscitado una enorme atención. BiblioTech es una nueva biblioteca propuesta por un juez del Condado de Bexar (Tejas) que incluirá puestos informáticos, tabletas y lectores electrónicos en lugar de libros. Nelson Wolff, el juez que impulsa el proyecto, se inspiró en la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Issacson; la influencia del estilo Apple en el diseño parece bastante evidente a juzgar por los súper elegantes dibujos conceptuales del espacio.
El objetivo de Wolff es propiciar el acceso a la tecnología, facilitar el aprendizaje de los dispositivos digitales de lectura a los usuarios de BiblioTech y realizar el préstamo de libros de una manera más acorde con las actuales prácticas digitales. BiblioTech sustituirá las tradicionales estanterías con libros-e y realizará préstamos de forma remota o prestando también dispositivos lectores. Wolff espera mantener y eventualmente ampliar una colección de 10.000 títulos mediante el establecimiento de acuerdos con editores y distribuidores.
Sin embargo, la información no es del todo exacta. BiblioTech no será la primera biblioteca sin libros, pero tampoco la primera biblioteca pública sin libros y ni siquiera la primera biblioteca concebida desde un principio para abrirse al público sin libros. Veamos.
2000 – Bibliotecas universitarias
Es necesario que comencemos el recorrido recordando que, naturalmente, algunas bibliotecas universitarias -con usuarios más formados y un público objetivo más localizado que las públicas- fueron las primeras en centrar su atención en las ventajas de esta nueva forma de prestar servicios con resultados mucho más positivos. Desde la apertura de una biblioteca sin libros impresos en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Kansas en 2000 hasta una iniciativa idéntica de 2010 en la propia Universidad de San Antonio (pasando por un sistema mixto en la Universidad de Stanford) parece que los estudiantes han acogido el acceso a materiales digitales con mucha más aceptación que en los casos que acabamos de ver. No es tan clara esa conformidad fuera de las Escuelas de Ingeniería pues, según nos cuenta Nicholas Carr, un estudio realizado por la Universidad de Ryerson (Toronto) concluye que
El libro de texto papel es percibido [por los estudiantes]como una herramienta fundamental que facilita el aprendizaje y los procesos de estudio […] Esta preferencia de los estudiantes por los libros impresos refleja las ventajas pedagógicas reales que encuentran en ese formato: ofrece un menor número de distracciones, una interacción más intensa, facilita la comprensión y la retención y muestra una mayor flexibilidad para acomodar los hábitos personales del estudio.
2002 – Biblioteca Sucursal/Centro de Aprendizaje de Santa Rosa, Tucson
Centrados ya en las bibliotecas públicas, en una fecha tan temprana como 2002 -cuando Internet está creciendo exponencialmente y las bibliotecas comienzan a plantearse el problema de la brecha digital entre quienes tienen acceso a las TIC y aquellos que no- la Santa Rosa Learning Center Branch Library de Tucson, una biblioteca con una superficie de unos 800 m2, abrió sus puertas al público sin libros pero con 34 ordenadores equipados con pantallas LCD y, por supuesto, acceso a Internet. La creación de este centro en uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad fue un intento de reducir los riesgos de exclusión social provenientes de las carencias formativas en las TIC.
Se impartieron clases de informática, uso de Internet, alfabetización en inglés y español así como clases de apoyo a las impartidas por el Pima Community College, un centro de educación de adultos. También se podían reservar libros pero para tomarlos en préstamo de otras sucursales bibliotecarias de la ciudad.
Su puesta en marcha estuvo financiada en parte por el programa nacional HOPE VI, destinado a reestructurar determinados barrios con la demolición y reconstrucción de viviendas sociales y a fomentar el desarrollo de servicios sociales y comunitarios con el fin de mejorar las áreas pobres de todo el país. La intervención en el barrio se completó con otros centros y servicios como el CODAC Behavioral Health Services, para la prevención y tratamiento de drogadicciones, o la escuela Drachman Montessori de preescolar y primaria.
Quizá no era el momento de que las bibliotecas afrontaran los retos que comenzaba a plantear la tecnología dejando a un lado su función y equipamientos tradicionales, el caso es que según declaraciones de Kenya Johnson, portavoz del Sistema de Bibliotecas de Tucson, los usuarios de Santa Rosa -aun apreciando en lo que valía el esfuerzo hecho- terminaron reclamando libros impresos para su biblioteca, lo que obligó a dotar al centro con una colección de obras en papel y otros formatos físicos allá por 2006. Hoy en día conviven los equipamientos informáticos con la colección de libros impresos pero eso ya no es ninguna novedad.
2011 – Biblioteca sucursal de Balboa, Newport Beach, California.
El segundo intento de ofrecer un servicio sin libros impresos acometido por una biblioteca pública estadounidense tuvo lugar en un entorno totalmente distinto al de Tucson: la ciudad de Newport Beach, condado de Orange (California), un municipio con uno de los niveles de vida más altos del país.
La municipalidad se planteó levantar en 2011 un centro comunitario que incorporara una biblioteca sin libros impresos y -aquí se oscurece la información- cerrar una de las bibliotecas sucursales de la ciudad (en la isla de Balboa). En un espacio de 2.200 metros cuadrados -equipados confortablemente y con una chimenea central- los usuarios no encontrarían un bibliotecario a su servicio sino que se les ofrecería la posibilidad de establecer contacto con el personal de otras bibliotecas por medio un kiosko equipado con videollamada. Este kiosko les permitiría asimismo tomar en préstamo libros-e. También se podrían solicitar obras en papel que serían servidas desde las otras sucursales.
Todo surgió a partir de un estudio de usuarios, realizado por los propios trabajadores de las bibliotecas, encaminado a reducir el gasto en bibliotecas y programas de alfabetización (según el plan estatal propuesto por el gobernador, Jerry Brown, que pretendía recortar 15 millones de dólares del presupuesto 2011-12 en esas áreas). El análisis de los resultados mostró que la mayoría de los usuarios acudían a los centros para estudiar, conectar sus ordenadores portátiles en los espacios de trabajo o utilizar los ordenadores con conexiones a Internet y que pocos utilizaban los libros de los estantes.
La propuesta, quizá mal comunicada, tuvo una contestación pública demoledora. No sólo los profesionales de todo el país se escandalizaron por este proyecto sino que los propios usuarios (incluso los propietarios de casas vacacionales) comunicaron por escrito o por teléfono su alarma y su disgusto -agravados por un equívoco que les hizo creer que los libros desaparecerían de las cuatro bibliotecas de la red- por esa decisión y el gobierno municipal tuvo que dar marcha atrás aunque adujo que no se trataba de un proyecto para sustituir el servicio en la sucursal de Balboa sino un proyecto para un nuevo edificio en el Marina Park Community Center.
En cualquier caso, existen dos proyectos en la web de la municipalidad de Newport Beach, uno que muestra una biblioteca sin estanterías para libros (y que señala sospechosamente la ubicación de la biblioteca sucursal existente).
Y otro que ya reserva un espacio amplio para la colección de obras impresas.
2013 – BiblioTech, una biblioteca sin libros impresos en el Condado de Bexar, Tejas
Y así llegamos a la más reciente iniciativa que se ha propuesto abrir la biblioteca a finales del verano de 2013. Los fundamentos del proyecto y las previsiones del mismo se pueden extraer de estas declaraciones del promotor de la idea :
FUNDAMENTOS
- Según Wolff, los libros de papel han perdido su encanto y las generaciones futuras los usarán poco.
- El buen funcionamiento de la biblioteca sin libros de la Universidad de Tejas, en San Antonio.
- La gente visita las bibliotecas para usar varios servicios, no sólo por los libros.
- El condado paga a la municipalidad de San Antonio 3,7 millones de dólares al año por el uso que hacen sus habitantes del Sistema de Bibliotecas Públicas de San Antonio , en particular sus ramas suburbanas. Sin embargo, “ahora quieren 6,7 millones de dólares… somos el único condado que da tanto dinero al Sistema de ciudad”, dijo Wolff.
PROYECTO
- Los centros se dotarán de personal para ayudar a los usuarios de la biblioteca.
- Se prevén varias bibliotecas sin libros en todo el condado, incluyendo las poblaciones más alejadas.
- Será bibliotecas concebidas para funcionar de ese modo, no una adaptación del modelo tradicional a la era digital (“parecerán tiendas Apple”).
- Serán necesarios al menos 250.000 dólares para acceder a los primeros 10.000 títulos.
- Los costes del diseño y la construcción no están definidos, pero se pretende ahorrar mediante el uso de un edificio ya construido (que alberga actualmente las oficinas de asesoría fiscal, juez de paz y policía) propiedad del condado.
- Dicha ubicación se considera una prueba: “queremos asegurarnos de que todo funciona antes de seguir adelante”, dijo Wolff. Otros sitios en que se ha pensado son centros comerciales o espacios proporcionados por las poblaciones asociadas.
- El proyecto se inicia en South Side, donde hace una década los ciudadanos protestaron por la falta de librerías allí. “Sabemos que tienen menos acceso a la tecnología y menos poder adquisitivo que en otras áreas y ahora vamos a brindarles un servicio que nadie más tiene”.
- El primer sitio, abierto hasta las 20:00 los días de semana, ofrecerá la oportunidad de estudiar después de la escuela, dijo Wolff.
- En la primera de las bibliotecas, los residentes podrán disponer de uno de los 100 lectores-e en préstamo disponibles.
- Se asume el riesgo de pérdidas de los dispositivos de 100 dólares, pero “tenemos el nombre y la dirección del usuario”. Además, podrán acceder al libro durante dos semanas, igual que con un libro de la biblioteca. Sin embargo, en dos semanas el libro-e desaparecerá del dispositivo.
La primera reacción, lógicamente, ha sido la de Ramiro Salazar, director de la Red de Bibliotecas Públicas de San Antonio, cuyo presupuesto puede resentirse si el condado de Bexar renuncia a la prestación del servicio que vienen ofreciendo. Sorprendido al enterarse de los planes del condado a través del periódico local ha declarado:
“No estamos listos para afrontar la creación de una biblioteca sin libros. Nuestra experiencia muestra que la demanda de libros impresos sigue existiendo y que, de hecho, es cada vez mayor.”
Volviendo al artículo que mencionábamos al comienzo de esta entrada, Boxer relaciona la noticia sobre BiblioTech con el último informe Pew en el que puede leerse que:
- El 80% de los estadounidenses opina que el préstamo de libros es muy importante entre los servicios que las bibliotecas proporcionan.
- El 80% asegura que los bibliotecarios de referencia son muy importantes en el servicio que prestan bibliotecas.
- El 77% dice que el libre acceso a las computadoras e Internet es muy importante el servicio de bibliotecas.
En cuanto a qué opinan los usuarios sobre si las bibliotecas deben redistribuir los libros impresos y las estanterías para liberar espacio destinado a centros de alta tecnología, salas de lectura, salas de reuniones y eventos culturales:
- El 20% de los estadounidenses de 16 años y mayor opina que las bibliotecas deben hacer esos cambios.
- El 39% opina que las bibliotecas «tal vez» deberían hacer eso.
- El 36% opina que las bibliotecas no deben mover los libros de su espacio.
Lo cual abre nuevas preguntas:
¿Son los resultados del Centro Pew el resultado de un mayor acceso y familiaridad con los recursos impresos (los servicios tradicionales de la biblioteca que pueden cambiar con el tiempo), o son el resultado de una marcada preferencia por los materiales de impresión entre los visitantes de la biblioteca?
Por otro lado, parece claro que la presencia de bibliotecarios en los centros –un extremo que nada tiene que ver con el soporte de las obras que albergue- es un valor que no pierde fuerza. Y es que, como dice David Rothman en el artículo anteriormente enlazado hay cosas que difícilmente hará un kiosco electrónico:
“Un bibliotecario puede, por ejemplo, detectar que un adolescente del barrio de Balboa es aficionado a determinados videojuegos y sugerirle un libros relacionados. Tal vez incluso alguno le que inspire para acercarse a Julio Verne y posteriormente a Dickens.”
Naturalmente, la gran diferencia de Bexar con Santa Rosa y Balboa es la creciente popularidad de los dispositivos de lectura electrónica (incluyendo a las tabletas, que parecen haber tomado ventaja en este grupo). Y otra variable a tener en cuenta es el posible cambio de rumbo en el concepto de “propiedad” que actualmente limita la posibilidad de préstamo de los libros-e. De momento el presupuesto de gasto en la adquisición de libros-e resulta -como hemos podido comprobar en el cuadro elaborado por el Wall Street Journal- absolutamente oneroso, llegando a tener la obligación de abonar hasta el 400 % del precio de venta al público de cada obra si se quiere dar en préstamo.
Sin embargo, será la acogida dispensada a BiblioTech por sus usuarios lo que nos dará una idea bastante aproximada de si los tiempos están maduros para que el libro-e comience a arrinconar al libro impreso o si este se resistirá mucho más de lo que pronosticaban algunos.
Nancy Camacho
10 de enero de 2015
Me parece interesante esto