El último documento sobre la tierra

Posted on 25 de febrero de 2013 por

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El último hombre sobre la Tierra

El último hombre sobre la Tierra

Olivier Ertzscheid, profesor e investigador de Ciencias de la Información y la Comunicación en la Universidad de Nantes, conferenciante habitual y bloguero (Affordance.info) reflexiona acerca del control de los documentos en la nube.

http://affordance.typepad.com//mon_weblog/2013/01/last-document-on-earth.html

El último documento sobre la tierra

La migración del conjunto de nuestros datos hacia la nube avanza inexorablemente. El peso de los datos almacenados únicamente en línea ha excedido hace mucho tiempo  al de los datos almacenados localmente.  Este almacenamiento local se parece cada día más a un desafío,  de hecho los terminales residentes se han multiplicado dentro del hogar: ordenadores de sobremesa, ordenadores portátiles, smartphones, tabletas, e-readers, consolas de videojuegos. ¿Qué almacenamos, dónde, y por qué?

1 suma + 1 multiplicación = 1 división

Que nuestro disco duro «físico» tal y como lo conocemos aún no haya desaparecido  no quiere decir que no haya sufrido modificaciones. El aumento, por una parte, de la cantidad de dispositivos de almacenamiento así como la capacidad de los mismos, ha conducido finalmente a una división, una partición que acaba complicand, casi inutilizando, nuestra propia capacidad de almacenar. Es difícil, en la práctica es largo y tedioso el proceso de copiar sin cesar de un dispositivo a otro tal o cual contenido en función de uno u otro uso.

Es evidente que resulta más sencillo depositar dicho documento en un punto único y abrir ese único acceso cada vez que sea necesario, independientemente del dispositivo que vayamos a utilizar, al menos teóricamente porque la práctica resulta más compleja y tortuosa. La sencillez y comodidad del acceso en línea legitima su uso por parte de todos. Esta misma facilidad permite el enriquecimiento de terceros. El resultado es la acumulación de grandes fortunas por parte de los gigantes de la red basadas, precisamente, en ésta economía de la atención, este es el coste del capitalismo lingüístico.

Una ventana sobre las nubes

Este movimiento de migración a la nube está cerca de experimentar una enorme aceleración ante el reciente giro que ha dado Microsoft con su omnipresente Office, un cuasi-monopolio obligatorio presente en la inmensa mayoría de los ordenadores personales del planeta. A través de una noticia de la Agencia AFP del 29 de enero nos enteramos de lo siguiente:

“El grupo informático estadounidense Microsoft ha comenzado el martes a permitir a los internautas suscribirse a una versión en la nube de su popular Office, con el fin de poder utilizarlo en la red en vez de tener que comprarlo en un CD” (…) “ tendrá actualizaciones más frecuentemente y estas funcionarán sobre cinco dispositivos en lugar de hacerlo sobre uno solo” (…) Los suscriptores podrán disponer de hasta 27 gigabytes de espacio para el almacenamiento de documentos en línea de Microsoft, SkyDrive (…)

Cuando el usuario final de la versión de Microsoft que hoy conocemos grabe la última actualización de un documento en su disco duro se abrirá una nueva era documental. Nuestra relación con el mundo cambiará para siempre. El orden documental se convierte así en un poderoso álbum permanente. Pregunta a los “sin papeles”. Pregunta a los que están a favor o en contra del  matrimonio acerca del poder simbólico de un simple “documento”. Pregunta a Facebook qué es lo que piensa. Pregúntate que es lo que ocurre cuando aplicamos a los hombres estos tratamientos (investigación, indexación…) habitualmente reservados para los documentos.

Un caso de vampirización documental

Me podrán objetar que este razonamiento es un sofisma.  Que los documentos se quedan “en tierra”, que ellos pasan simplemente de nuestros discos duros a gigantescos centros de datos de empresas en la nube, que la “nube” es en sí misma una metáfora. Permítanme entonces realizar una analogía con la película “The Last Man On Earth” para señalar que ésta transferencia equivale a una vampirización.   Partamos de un fenómeno conocido por todos: la vampirización publicitaria. «Cuando un personaje conocido sale en un anuncio  capta la mayor parte de la atención, en detrimento del producto o la marca. Hay, por lo tanto, una «vampirización» de los receptores del mensaje, que serán capaces de recordar la publicidad y el personaje, pero no lo asocian al producto» (Fuente). Este mismo fenómeno tendría lugar en un proceso que podríamos llamar de «vampirización documental». Evidenciar que existen todas esas posibilidades para un actor externo, la sociedad en la nube, es posibilitar el control y acceso a nuestros documentos. Este sería el modo de captar la atención en detrimento del contenido del documento, y, por lo tanto, beneficiando a un único actor en esta cadena de valor: la empresa de acogida (que generalmente es una corporación publicitaria).

Last man on earth

El flujo de trabajo de todos los peligros

Las preguntas y los problemas son conocidos.

La principal pregunta es saber quién poseerá el grial de nuestros documentos y por lo tanto de nuestras vidas. El original y la copia. El original. Literalmente este es el que ha dado lugar al origen. La originalidad. Es la que permite que nuestros escritos sean reconocibles entre todos, es la que marca la diferencia entre nosotros. ¿Podemos considerar que estas cuestiones deberían dejarse a la discreción de los servidores de Google, Facebook, Amazon o Microsoft?

La duda fundamental se refiere al modo en el que se garantizará la integridad original de los documentos así capturados y almacenados.

El último documento sobre la faz de la tierra

No sabemos quién será aquel que posea el último disco duro que contenga el último documento que no estará presente en la nube, ni tampoco cual será ese documento. Pero hemos de saber a qué atenernos aunque hoy día ignoremos cómo será el primer día después del último documento.

2001

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