Imagen tomada de http://www.graphics99.com
Hay blogueros y luego está Sarah Houghton. Hay bibliotecarias y luego está Librarian in black. Hay gente que habla claro, que dice lo que piensa sin pelos en la lengua, y después viene ella y los desarma dejándolos como unos absurdos paladines del eufemismo. En su, hasta la fecha, último post publicado se despacha muy a gusto sobre la, según ella, mala relación entre las bibliotecas y los libros electrónicos. Y lo hace con una agresiva e hilarante comparación entre los proveedores y las relaciones con novios o novias que reclaman nuestra atención y, digamos, vampirizan nuestra energía sin ofrecer mucho a cambio: simpáticos, sexys, divertidos en un principio, pero que terminamos descubriendo como poco compañeros y detallistas. Sarah, @thelib, nos cuenta cómo ahora que ya todos tenemos experiencia en la vida lo que queremos es “ alguien que sea fogoso pero dulce, que nos bese suavemente y envíe mensajes cariñosos a lo largo del día”. Quizás, y esto ya es reflexión personal, puede que no sepamos lo que queremos pero sí lo que no queremos. Y dentro de esos compromisos tóxicos de los que hay que huir, la bibliotecaria norteamericana incluye todo lo que concierne a la gestión de libros electrónicos: desde lo que llama las “pesadillas del copyright” a los editores pasando por la incompatibilidad entre formatos, los ridículos términos de uso hasta aspectos como la proliferación de dispostiivos de lectura ; sin dejar de mencionar a los agregadores o empresas intermediarias : compara todo este entramado de intereses creados con los ya mentadas parejas que se aprovechan de tu generosidad para beneficiarse de forma egoísta. Y una tesis tan compleja y tan demoledora se apoya en los puntos siguientes:
- Los ebooks pasan de ti.La queja es aquí hacia la industria del libro electrónico que ha desestimado a las bibliotecas como negociadoras activas en los términos de uso, licencias, copyright, etc. Salvo algunas excepciones, y aludiendo también a cierta desidia profesional que nos ha llevado a no pronunciarnos en este debate, el grueso de las editoriales sigue sin tener en cuenta como socios proactivos a las bibliotecas
- Los ebooks te conquistan con vino y rosas, pero terminan por darte cerveza y Cheetos.
En un principio, todo sonaba maravilloso con respecto al libro electrónico en la biblioteca. Pero la realidad dista mucho de ser ese perfecto romance: te conformas con una pizza cutre en lugar de tener acceso a todo el banquete. Las secciones de ebooks de las bibliotecas ( teniendo en cuenta que no podemos elegir títulos de la mayoría de las editoriales que nos interesan, simple y llanamente porque no nos venden, y que el acceso y descarga son incómodos y farragosos así como bastante cuestionable todo lo relativo a la privacidad) terminan por ser algo precario y testimonial. Por no hablar de experiencias frustradas como la de NYPL.
3.- Los ebooks se acuestan con tu hermana.
Toda la artillería pesada va aquí dirigida hacia el DRM de una forma tangencial, pero más directamente hacia la oferta de títulos disponibles para préstamo en bibliotecas. ¿Por qué los consumidores “individuales” pueden escoger entre una larguísima lista que incluye novedades editoriales y las bibliotecas se ven relegadas a escoger entre algo mucho más limitado?
4.- Los ebooks evitarán siempre un compromiso real: dicen que sí, que lo quieren y desean, pero darán largas para luego echarse atrás.
Siempre que las bibliotecas han procurado negociar o hacer ver las dificultades para ofrecer, a partir de este modelo, un servicio de préstamo de ebooks variado y de caldiad, las editoriales se han escudado en respuestas evasivas como “estamos trabajando en ese modelo determinado”y postergando una actuación realista que nunca llega.. Respuestas vagas, poco convincentes, que nos llevan a la conclusión de que las editoriales ven a las bibliotecas como una amenaza a su negocio, no como un socio cooperante. ¿Vale la pena, por lo tanto, ofrecer un servicio de préstamo mediocre, poco proactivo y con pocas posibilidades de mejorar en el futuro? Para @lib hemos sido los mejores embajadores de los libros electrónicos, promocionándolos entre nuestros usuarios, para convertirlos a ellos mismos, posteriormente, en los grandes perdedores de esta historia: los únicos que han ganado han sido las editoriales.
Sarah no habla desde la tecnofobia ni desde el inmovilismo. Todo lo contrario. Como ella misma afirma al final de este contundente post, durante años ha luchado por la integración y visibilidad de los libros electrónicos en las bibliotecas, por la construcción y mantenimiento de consorcios locales y nacionales que permitiesen una adecuada gestión. Insiste en su apoyo a proyectos como Gutenberg y Open Library pero retira todo su crédito e interés de los que vengan de gigantes como Overdrive. Mientras no mejoren tanto las políticas de selección y acceso, cree firmemente que estamos ofreciendo un “quiero y no puedo” a los usuarios, prometiendo un Eldorado totalmente innacesible y creyendo que son los principales perjudicados y que merecen lo mejor. Siguiendo con la metáfora del principio, con esas relaciones tóxicas a largo plazo que tan románticas y prometedoras nos parecían al iniciarlas, la conclusión, para la desencantada Sarah es algo así como : «Adiós querido.Quiero a alguien que realmente me merezca».
El post original de Librarian in Black http://librarianinblack.net/librarianinblack/2012/08/ebookssuckitude.html
Samizdat
4 de septiembre de 2012
Incluso bajo la sospecha de que la escritora sea Carmen de Mairena (a tenor de la expresión que da título a la entrada), el artículo es interesante. Qué digo «interesante»: revelador.
Honorio Penadés (@ehonorio)
4 de septiembre de 2012
Cerveza y Cheetos en lugar de vino y rosas: eso en el mejor de los casos es lo que se está ofreciendo como libro electrónico desde las bibliotecas.
Compras unos ereaders y el proveedor te «regala» un lote de lecturas garbanceras que van desde «Los Tres Mosqueteros» a «Mujercitas» ¡y les aceptas el regalo! Si un día se presentara tu proveedor de libro impreso con unas cajas llenas de esos títulos garbanceros y archileídos que -hasta ahora- los periódicos distribuían como anexo todos los septiembres ¿no le harías tururú, bibliotecario?
Si les dices a tus lectores ¡Hey, atiende, si no quieres esperar 50 semanas por una copia impresa de «50 sombras de Grey», puedes descargarte «La lozana andaluza» para tu cacharrico portátil! ¿qué te dirán los lectores?
O también podrías crear (o participar en la creación de) un portal de descargas de libros gratuitos, sin DRM, atractivos, y sobre todo fácil de descargar. Estamos en las antípodas de Australia, vean lo que hacen en la Biblioteca de la Universidad de Adelaida: http://ebooks.adelaide.edu.au/
Yo soy fan
jigalle
4 de septiembre de 2012
@thelib se define como iconoclasta y comparto el entusiasmo por su aire ‘alternativo-californiano’, más que útil -necesario, incluso- en el actual contexto de batalla ‘a lo Game of Thrones’ entre bibliotecas y editores de libros electrónicos. El préstamo de libros/obras de creación -es decir, la relación con los editores/distribuidores- era uno de los pilares del servicio bibliotecario tal y como lo conocíamos hasta ahora. En lugares como España ese pilar es esencial para entender la biblioteca pública dada la tradicional pereza de ésta a prestar otro tipo de servicios, llamémoslos ‘comunitarios’. Si esa relación, protegida por la ley en el formato papel, se quiebra o manifiesta claros signos de malfunción -y los está manifestando en el caso de los ebooks- todos tenemos mucho que perder, pero las bibliotecas públicas tal y como se conocen se juegan simplemente su supervivencia. Mal asunto.
Me gustaría en todo caso incluir en el debate la perspectiva de las bibliotecas universitarias y la aportación que pueden hacer -y en algunos casos están haciendo- al debate sobre el préstamo/distribución de contenidos electrónicos. Amparadas por sus instituciones, -propietarias de inmensas cantidades de contenidos académicos clarísimamente subexplotados-, en alianza con los servicios de publicaciones universitarios -que pueden aportar su ‘know-how’ en edición-, las bibliotecas universitarias -que aportarían algo que saben hacer mejor que nadie : la gestión/’autenticación’ de usuarios- pueden poner en el mercado plataformas de distribución de contenidos académicos electrónicos que pueden y deben competir en calidad con el resto de iniciativas, privadas o de organizaciones, que existen. Sé que es una distribución restringida y que sólo serviría para el mercado del libro de texto universitario pero mi impresión es que es necesario, más allá de la crítica feroz a lo @thelib -y cuánta razón tiene la bibliotecaria de negro-, que los bibliotecarios indaguemos en las posibles alternativas, busquemos alianzas con otros sectores implicados, seamos líderes en la búsqueda de respuestas… ¡Hay tantas cosas por probar! : talleres de autoedición [algunos de los mayores best-sellers de los últimos años en USA han sido libros que nacieron autoeditados porque los canales tradicionales no los querían… ¡qué inmenso campo se abre ahí para las bibliotecas!], gestión de licencias CC, distribución de contenidos demasiado ‘raros’ o ‘locales’ para que entren en los canales habituales…
Genera rabia y frustracción ver cómo los bibliotecarios, sobre todo en España, parecemos condenados a asistir impávidos y/o indiferentes a la desaparición de todo un modelo de servicio bibliotecario que, para bien o para mal, es el único que existe. Como la Penélope de la canción de Serrat, sentaditos en nuestros puestos, con nuestra reluciente regla de medir libros y nuestro recién afilado lápiz de marcar signaturas, esperando a que dejen de llegar libros en papel, primero, y usuarios, después.
jigalle
4 de septiembre de 2012
Reblogged this on cloudarian and commented:
@thelib se define como iconoclasta y comparto el entusiasmo por su aire ‘alternativo-californiano’, más que útil -necesario, incluso- en el actual contexto de batalla ‘a lo Game of Thrones’ entre bibliotecas y editores de libros electrónicos. El préstamo de libros/obras de creación -es decir, la relación con los editores/distribuidores- era uno de los pilares del servicio bibliotecario tal y como lo conocíamos hasta ahora. En lugares como España ese pilar es esencial para entender la biblioteca pública dada la tradicional pereza de ésta a prestar otro tipo de servicios, llamémoslos ‘comunitarios’. Si esa relación, protegida por la ley en el formato papel, se quiebra o manifiesta claros signos de malfunción -y los está manifestando en el caso de los ebooks- todos tenemos mucho que perder, pero las bibliotecas públicas tal y como se conocen se juegan simplemente su supervivencia. Mal asunto.
Me gustaría en todo caso incluir en el debate la perspectiva de las bibliotecas universitarias y la aportación que pueden hacer -y en algunos casos están haciendo- al debate sobre el préstamo/distribución de contenidos electrónicos. Amparadas por sus instituciones, -propietarias de inmensas cantidades de contenidos académicos clarísimamente subexplotados-, en alianza con los servicios de publicaciones universitarios -que pueden aportar su ‘know-how’ en edición-, las bibliotecas universitarias -que aportarían algo que saben hacer mejor que nadie : la gestión/’autenticación’ de usuarios- pueden poner en el mercado plataformas de distribución de contenidos académicos electrónicos que pueden y deben competir en calidad con el resto de iniciativas, privadas o de organizaciones, que existen. Sé que es una distribución restringida y que sólo serviría para el mercado del libro de texto universitario pero mi impresión es que es necesario, más allá de la crítica feroz a lo @thelib -y cuánta razón tiene la bibliotecaria de negro-, que los bibliotecarios indaguemos en las posibles alternativas, busquemos alianzas con otros sectores implicados, seamos líderes en la búsqueda de respuestas… ¡Hay tantas cosas por probar! : talleres de autoedición [algunos de los mayores best-sellers de los últimos años en USA han sido libros que nacieron autoeditados porque los canales tradicionales no los querían… ¡qué inmenso campo se abre ahí para las bibliotecas!], gestión de licencias CC, distribución de contenidos demasiado ‘raros’ o ‘locales’ para que entren en los canales habituales…
Genera rabia y frustracción ver cómo los bibliotecarios, sobre todo en España, parecemos condenados a asistir impávidos y/o indiferentes a la desaparición de todo un modelo de servicio bibliotecario que, para bien o para mal, es el único que existe. Como la Penélope de la canción de Serrat, sentaditos en nuestros puestos, con nuestra reluciente regla de medir libros y nuestro recién afilado lápiz de marcar signaturas, esperando a que dejen de llegar libros en papel, primero, y usuarios, después.
Maria-Jesus del Olmo
15 de septiembre de 2012
La guerra abierta entre la industria editorial y las bibliotecas públicas es es un asunto de permanente actualidad; cada poco surgen historias sangrantes que nos enfurecen y nos abren los ojos sobre el poder de la industria editorial (y el dinero) frente a lo público y frente al ciudadano «solo».
Que cuando se acerca la fecha de devolución de tu libro electrónico a la BP te llegue un mensaje ofreciéndote comprarlo a buen precio es una sobrecogedora muestra de ello.
Me ha encantado leer el comentario «Adiós chato» y los comentarios que siguen. GRACIAS!!! Quisiera aportar al debate un post de Jamie LaRue que avanza un paso más, citando a la presidente de ALA, Maureen Sullivan: http://jaslarue.blogspot.com.es/2012/09/with-friends-like-these.html. Allí podemos leer: «quizás lo que lectores y bibliotecas necesitan de verdad es que NO haya editoriales» y sugiere a las bibliotecas rodearse de amigos que no les asesten puñaladas traperas a cada paso.
Un camino para la reflexión que va más allá del debate abierto hoy día, más allá de los amores engañosos e ingratos que comenta Sarah Houghton y en línea con el comentario anterior de JJGalle. Un camino verdaderamente sugerente que los bibliotecarios no han de tener miedo explorar.