Imagen tomada de interactivity.com.ar
Hay una escena en la película «Back to the future» en la que un desmelenado Michael J Fox se marca una versión muy eléctrica y absolutamente inolvidable de «Johnny B . goode» de Chuck Berry . Tras ese prolongado solo de guitarra se ve en la necesidad de justificarse ante los atónitos chicos de instituto que han dejado de bailar y, simplemente, lo miran con una mezcla de miedo, extrañeza y admiración. Marty McFly, recomponiéndose la ropa y el pelo, les dice algo así como : «Quizás no estéis preparados para esto todavía. Pero vuestros hijos lo van a adorar». Se supone que la película tiene lugar en 1955 y faltaban, Wikipedia dixit, tres años para que la canción se publicase.
Es aventurado y poco riguroso hacer cábalas sobre el futuro. Pero es divertido. Y cuando una va cumpliendo años, hace el ejercicio inverso: no deja de imaginar qué habría sido de aquella estudiante universitaria de los años 80 con las tecnologías del 2012. No sé si llevaría a The Smiths en el Ipod o asistiría a la victoria de Felipe González tuiteándola. En cualquier caso, desde los años ochenta a estos ya casi adolescentes dosmiles, aquella universitaria, al otro lado del mostrador ahora, se pasea todos los días por las salas de lectura de una biblioteca de una universidad española. Smartphones, Ipads, Netbooks y una comunicación constante, entendida ya como una extensión natural de la relación social. Las tecnologías se han ido sucediendo, son cada vez más veloces, y los contenidos que las sustentan (porque no olvidemos que deben, antes que las commodities, preocuparnos los contenidos y el modo de llegar a ellos) se devoran unas a otras con total rapidez. Las que antes llamábamos «nuevas tecnologías» nos parecen ahora algo viejunas.
Nuestros nativos digitales, aquellos que nos fascinaban porque empuñaban un ratón de ordenador con la misma tranquilidad con la que nosotros llevábamos boli Bic, se nos hacen, cada vez, más precoces. Casi nenonatos digitales. Un post en culture geek http://www.culturegeek.com/insights/gen-z-and-the-future-of-arts-audiences/ nos ofrece unas estadísticas concluyentes sobre el uso de internet y la bajada del umbral de edad en el uso de redes sociales. La «generación Z» está mucho más acostumbrada a una cultura del juego en red, a un aprendizaje basado en ir superando niveles, algo semejante a los videojuegos, en el que, si fallan, asumen ese resbalón como algo positivo y que proporciona bagaje para el resto de la partida. Y mucho más familiarizada, por lo tanto, a resolver problemas que a realizar una memorización exacta de respuestas. Este, según el artículo y el estudio en el que se basa, es nuestro público futuro, nuestros estudiantes y nuestros usuarios de biblioteca. Si hablamos ya de neonatos digitales se perfila como imprescindible no solamente trabajar desde el marco colaborativo de las bibliotecas, sean éstas públicas, universitarias o escolares. Y, quizás, nuestra reflexión con respecto a lo que les ofrecemos como formación deba incluir que aprender a jugar no es banalizar el conocimiento. Ni tampoco dejar de exigir cierto grado de esfuerzo. Supondrá, en un contexto de EEES, aprovechar esas nuevas habilidades y ofrecer estímulos adecuados a tal fin. Como se afirma en una línea del post que enlazamos, son nuestro público futuro por lo que su opinión sobre el marketing que ofrecemos ahora importa. Y mucho.
Quizás algunas de estas reflexiones, o las que provoque el debatir sobre esto, no sean especialmente positivas. Puede que aún no seamos capaces de entenderlo y disfrutarlo. Pero los usuarios futuros, y ojalá estos existan, lo van a adorar.
Posted on 3 de julio de 2012 por Sigrid
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